Uno de los mayores retos para quienes tienen piel grasa o piel con tendencia acneica es encontrar una crema hidratante para piel grasa que proporcione el equilibrio perfecto: hidratación efectiva sin aportar grasa ni provocar brillos.
Por miedo a desencadenar nuevos brotes de acné, muchas personas eliminan la hidratante de su rutina facial. Así, tras la limpieza y el uso de un serum oil-free, la rutina queda incompleta. Sin embargo, la falta de hidratación puede provocar piel deshidratada, sensible y con la barrera cutánea debilitada, facilitando aún más la aparición de imperfecciones.
¿Por qué aparece el acné?
El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel que afecta a millones de personas. Se produce cuando los folículos pilosos se obstruyen con sebo y células muertas.
Estos son los principales factores que contribuyen a su aparición:
Producción excesiva de sebo: las glándulas sebáceas generan más grasa de la necesaria, obstruyendo los poros.
Acumulación de células muertas: si no se eliminan adecuadamente, estas tapan los folículos.
Presencia de bacterias: Propionibacterium acnes prolifera en los poros obstruidos, provocando inflamación.
Factores hormonales: cambios hormonales durante la adolescencia, el embarazo o el ciclo menstrual aumentan la producción de sebo.
Inflamación: la respuesta inmunitaria genera enrojecimiento, hinchazón y dolor.
Cómo prevenir el acné y cuidar la piel grasa
Aunque no existe un tratamiento universal, sí podemos seguir algunos consejos para prevenir el acné y cuidar la piel grasa o acneica:
1. Higiene adecuada
Lava el rostro dos veces al día con un limpiador suave.
Evita jabones agresivos.
No toques la cara con las manos sucias.
2. Uso de productos no comedogénicos
Elige productos no comedogénicos que no obstruyan los poros.
Apuesta por fórmulas con ingredientes naturales y seborreguladores.
3. Alimentación equilibrada
Reduce el consumo de alimentos ultraprocesados y azucarados.
Aumenta la ingesta de frutas, verduras y antioxidantes.
Mantente bien hidratado.
4. Control del estrés
Practica yoga, meditación o ejercicios de respiración.
Es una crema facial ecológica de textura fluida y no comedogénica, formulada para:
Equilibrar pieles grasas, con acné o imperfecciones.
Calmar la piel desde la primera aplicación.
Prevenir la aparición de brotes.
Regular la producción de sebo.
Refuerza la función barrera y equilibra el microbioma.
Ingredientes clave: extractos botánicos
Forsythia suspensa: antimicrobiano y antioxidante. Reduce la inflamación (-44 %), la producción de sebo (-30,4 %) y mejora la hidratación (+95 %).
Epilobium fleischeri: equilibra el microbioma cutáneo y reduce poros dilatados.
Extracto de bardana: depurativo, antibacteriano, limpia la piel.
Extracto de pepino: calma e hidrata la piel.
Hidrolato de hamamelis: astringente natural, regula la producción de grasa.
Caléndula: antiinflamatoria, antimicrobiana y cicatrizante.
Prebióticos y postbióticos: equilibran el microbioma y fortalecen la barrera cutánea.
Fase oleosa: aceites que equilibran la piel grasa
Aunque muchas personas con piel grasa temen los aceites, algunos son aliados imprescindibles para restaurar la barrera cutánea y mantener la piel equilibrada:
Aceite de cártamo: hidrata sin obstruir los poros.
Aceite de comino Negro: antibacteriano, antiinflamatorio, antioxidante.
Aceite de cáñamo: hidratante, calmante, no comedogénico.
CBD (Cannabidiol): potente antiinflamatorio, seborregulador y antimicrobiano.
Aceite esencial de naranja: exfoliante suave y antioxidante.
Beneficios dermatológicos
Reduce rojeces e inflamaciones.
Previene granos y brotes.
Controla el sebo y mantiene el cutis mate.
Fortalece la barrera cutánea.
Resultados visibles
Reduce brillos hasta 12 h.
Reduce las imperfecciones.
Mejora la hidratación inmediata.
Resultados basados en estudios de eficacia de los activos clave y en el test in vivo en panel de voluntarios.
La fórmula de Acne-Prone Therapy actúa de forma integral sobre los factores clave del acné:
Reduce la inflamación.
Controla el exceso de sebo.
Refuerza la función barrera.
Equilibra el microbioma.
Esta crema ofrece una hidratación ligera, un acabado mate y una mejora visible en la salud de la piel. Una fórmula botánica y biotecnológica ideal para quienes buscan un tratamiento natural, eficaz y respetuoso con su piel.
El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel muy frecuente que se caracteriza por la aparición de granos en la cara, el pecho y la espalda. Se produce debido a la obstrucción de los poros de la piel por el sebo que producen las glándulas sebáceas, junto a células cutáneas muertas y bacterias.
Las glándulas sebáceas
Estas glándulas sebáceas se encuentran en la dermis y están compuestas por células llenas de lípidos. Están asociadas a los folículos pilosos, que es el poro por el que crece el pelo, formando una sola unidad conocida como folículo pilosebáceo. Están repartidas por toda la piel, excepto en las palmas de las manos y las plantas de los pies, y cambian de tamaño y número según donde se encuentren. Por ejemplo, en la cara y en el cuero cabelludo son más grandes y numerosas que en el tronco.
La función de las glándulas sebáceas es la de sintetizar sebo.
Glándulas sebáceas especializadas
También existen glándulas sebáceas independientes (no asociadas a los folículos pilosos) en zonas como las mejillas, la nariz, las areolas, las pestañas, el pene o las labios menores.
Estas glándulas reciben el nombre de glándulas sebáceas especializadas ya que son ligeramente diferentes y producen un sebo también de composición diferente. Se denominan:
Glándulas areolares o de Montgomery: son glándulas sebáceas independientes que aparecen alrededor de los pezones. Además de lubricar el pezón, se cree que contiene sustancias volátiles que estimulan el apetito de los lactantes.
Vernix cerosa: durante el desarrollo fetal existen glándulas sebáceas especializadas que producen un recubrimiento ceroso para proteger al feto del líquido amniótico.
Glándulas palpebrales o de Meibomian: son glándulas sebáceas que aparecen en las pestañas. Vierten su secreción grasa al ojo y al mezclarse con las lágrimas disminuyen su evaporación y favorecen la lubricación del globo ocular.
Granos de Fordyce: son los granos o pápulas blanquecinas típicas del pubis, genitales, labios y mucosa oral. A nivel cosmético suelen ser de especial importancia los que aparecen en el borde de los labios.
Cerumen: el cerumen o cera auditiva es producido por glándulas sebáceas del canal auditivo.
El sebo
El sebo es una secreción grasa u oleosa secretada por las glándulas sebáceas. Podemos dividir la función natural del sebo en tres grandes categorías:
Lubricación de piel y pelo: esta es la función más evidente y conocida. Las sustancias grasas hacen de lubricante, ayudando a mantener la flexibilidad del vello y humedecer la piel.
Termorregulación: en condiciones de altas temperaturas, la grasa de la piel forma una emulsión junto al sudor que no se evapora tan fácilmente como el sudor por sí solo, lo que previene una deshidratación más rápida. En condiciones de frío y humedad, la capa grasa sobre piel y cabello repele esta humedad contribuyendo a mantener mejor la temperatura corporal.
Función inmunitaria: la piel y sus apéndices, incluyendo la glándulas sebáceas, forman el tegumento o sistema integumentario, una barrera física contra patógenos y daños externos. En este sentido, la grasa de la piel tiene un papel muy importante, pues forma el llamado manto ácido de la piel (pH 4,5-6,2 según la zona) que protege frente a la entrada de ciertos microorganismos, neutraliza tóxicos de carácter alcalino, ayuda a mantener la barrera cutánea y además es fuente de vitamina E para la dermis. También ofrece nutrientes para microorganismos de la flora cutánea.
Por lo tanto, la actividad de las glándulas sebáceas, su producción de sebo y la creación de una capa grasa es fundamental para mantener una piel sana. Pensad en el sebo como la fuente natural de hidratación de la piel: una sustancia aceitosa y cerosa responsable de mantener la piel húmeda, suave y saludable.
El exceso de sebo ó secreción sebácea
Como hemos visto, la grasa de la piel es esencial por sus múltiples e importantes funciones. Sin embargo, su sobreproducción, conocida en el ámbito médico como seborrea, puede causar brillos, piel grasa y acné, que según el grado, pueden ser una fuente de preocupación para la persona que los sufre.
Acné, comedones y puntos negros
El acné vulgar, término médico con el que se designa al acné común, es la manifestación de acné más frecuente. Su mecanismo de formación comienza con la producción de sebo en exceso, siguiendo por la acumulación de sebo en el poro y por último la inflamación.
El primer lugar se produce la obstrucción del canal pilosebáceo (glándula sebácea + folículo piloso) por una mayor producción de sebo. Pero además del sebo, en la epidermis se acumulan células muertas, descamadas, que son células queratinizadas que van muriendo. Esta mezcla de queratina y sebo se va acumulando en el canal pilosebáceo, obstruyéndolo y a medida que la producción de sebo continúa, el folículo se va ensanchando hasta hacerlo visible a simple vista, lo que conocemos como poros dilatados. Cuando están totalmente obstruidos forman la lesión inicial del acné: el comedón o grano. Estos comedones o puntos blancos cuando se abren hacia fuera, la grasa del sebo se oxida y se vuelve negro, formando los conocidos como puntos negros.
La infección se produce cuando un folículo obstruido es invadido por ciertos microorganismos que viven habitualmente en la piel como la bacteria Cutibacterium acnes (antiguamente llamada Propinobacterium acnes) y el ácaro Demodex folliculorum, también implicados en el desarrollo de la rosácea. El resultado de esta infección es la inflamación mediada por las células inmunológicas, los linfocitos, CD4 y neutrófilos, los cuales producen la ruptura de la pared del folículo vertiendo su contenido (los lípidos, las células descamadas y las bacterias), a la dermis.
Cuando estas lesiones inflamadas están enrojecidas y sobreelevadas, se denominan pápulas y son dolorosas al tacto. Las pápulas pueden llenarse de pus y entonces se llaman pústulas o espinillas. Si el folículo sigue creciendo sin romperse, forma un saco cerrado llamado quiste, que puede percibirse como un saco bajo la piel. Los quistes suelen producir dolor y dejan cicatrices al curar.
Principales causas de piel grasa
Aunque el acné puede aparecer a cualquier edad, suele iniciarse en la pubertad y empeora durante la adolescencia. Casi el 85% de las personas muestran acné en algún momento entre los 12 y 25 años. Se conocen numerosos factores que afectan a la actividad de las glándulas sebáceas y que pueden desencadenar una piel grasa. Entre ellos, los más importantes son:
Cambios hormonales: la testosterona aumenta la secreción de sebo, motivo por el que en la pubertad, antes de la menstruación, durante el embarazo y en la menopausia puede aparecer acné. Andrógenos, estimula la secreción, mientras que los estrógenos, inhiben la actividad de las glándulas sebáceas.
Edad: a medida que se envejece se va reduciendo la piel grasa, motivo por lo que una piel madura suele ser más seca y no suele presentar cuadros de acné.
Genética: la revisión sistemática y metanálisis sugieren que los genes que influyen en las respuestas inflamatorias, específicamente TNF, y los genes que influyen en la función y actividad de las glándulas sebáceas, tienen variantes de riesgo potencial para la presentación y gravedad del acné en todas las poblaciones. Comprender los factores de susceptibilidad genética y las vías biológicas involucradas en la patogenia del acné nos ayudará a comprender mejor el desarrollo de tratamientos efectivos para el acné.
Cosméticos y cuidados inadecuados: el empleo de jabones abrasivos y exfoliación excesiva puede estimular la producción de sebo con efecto rebote, y convertir una piel normal o mixta en una piel grasa. Es muy importante utilizar los productos adecuados según el tipo de piel.
Cambios estacionales: es muy frecuente que durante el invierno la actividad de las glándulas sebáceas y la producción de grasa disminuya, mientras que los ambientes húmedos y cálidos los estimulan. Es necesario cambiar las rutinas de cuidado con los cambios estacionales y ambientales.
Sol y protectores solares con factor solar químico, de tamaño de nanopartícula, taponan los poros y junto al aumento de sudoración que se produce en verano, generan el medio de cultivo perfecto para la infección bacteriana y el empeoramiento del acné. Además, el sol produce deshidratación, causando que las glándulas sebáceas secreten más sebo para compensar la sequedad y también las células epidérmicas se descaman, acumulándose y tapando los poros. Estos brotes se conocen como acné solar. El sol también puede aumentar la visibilidad de las marquitas del acné al favorecer la hiperpigmentación o síntesis de melanina.
Dieta: Históricamente, la relación entre la dieta y el acné ha sido muy controvertida. Alimentos, como azúcares e hidratos de carbono refinados con alto índice glucémico, grasas y productos lácteos se han asociado al aumento de secreción sebácea. Poro no existen estudios científicos que avalen esta creencia.
Tratamientos farmacológicos: ciertos tratamientos farmacológicos pueden afecta a la actividad de las glándulas sebáceas y, por tanto, a la piel grasa. Entre ellos destacan terapias hormonales, contraceptivas y esteroides anabolizantes. Algunos tratamientos resecan la piel y la producción de sebo se produce como mecanismo compensatorio.
Los lugares donde el acné aparece con mayor frecuencia son la cara, el pecho, los hombros y la espalda, ya que son las partes del cuerpo dónde existen más folículos sebáceos.
Te contamos cómo combatir el acné, los cuidados básicos para una piel grasa y cuales son los activos seborreguladores más efectivos en cosmética natural, vegana y ecológica en este link.
El acné es una de las patologías más frecuentes de la piel, es de carácter inflamatorio y afecta a las glándulas productoras de sebo. Hay muchos tipos de acné, pero lo más frecuente es que aparezca cuando por algún motivo aumenta la secreción de sebo. Cuando esto ocurre es muy fácil que se obstruyan los folículos que conectan las glándulas sebáceas con los poros. Al obstruirse se produce una acumulación de sebo y de células muertas, sin embargo la producción de sebo continua, por lo que el folículo se ensancha De esta manera, aparecen los puntos blancos que al oxidarse con el aire se convierten en los temidos puntos negros. Al no tener oxígeno se ve alterada la flora bacteriana de la piel, y así crece a sus anchas la bacteria Propionibacterium acnes que libera sustancias inflamatorias dando lugar a los granitos y espinillas propios del acné.
Las razones por las que se inicia ese aumento de producción de sebo pueden ser variadas. Las más frecuentes son las razones hormonales, pero también la alimentación, algunos medicamentos, malas prácticas cutáneas, o productos de belleza que no le sientan bien a tu piel pueden provocar la aparición del acné.
¿Cómo cuido mi piel con acné?
Uno de los errores más frecuentes que cometen las personas propensas a tener acné, es no hidratar su rostro con ninguna crema ni aceite. Una piel deshidratada no es igual a una piel libre de granitos. La limpieza y la hidratación de tu rostro son siempre fundamentales para lucir una piel sana. La clave está en qué productos usamos y por supuesto en cuando, cuánto y cómo. Hoy te damos algunos consejos para una piel sin acné y sin descuidar la hidratación de tu piel.
1. CUIDA TU ALIMENTACIÓN
Como en casi todo lo que se refiere a salud, la alimentación es totalmente clave para conseguir una piel libre de acné. Ya te imaginarás que los fritos, los procesados y los dulces son tu peor enemigo. Sin embargo hay 3 elementos que debes procurar que siempre estén en tu dieta: la clorofila, el zinc y el omega 3. La clorofila la encuentras en los alimentos de hoja verde, como espinacas, brócoli y lechugas. Esta sustancia ayuda a limpiar de bacterias nocivas todo tu organismo, incluida la piel y además estos vegetales, son grandes antioxidantes lo que le viene muy bien a la células cutáneas. Por otro lado, todos los alimentos ricos en zinc ayudarán a regular el exceso de sebo, que como hemos visto es la primera causa de la aparición del acné. Además, el zinc también te ayudará contra el envejecimiento prematuro y la cicatrización. Lo encuentras en las legumbres, en las nueces y en los cereales y tubérculos. Por último, el omega 3 también es un gran regulador de la producción de sebo. Otro de sus beneficios es que favorece la elasticidad de la piel. ¿Dónde puedes encontrar el omega 3? Está presente en pescados azules, en la yema de huevo, en la soja y en las semillas de chía.
2. LIMPIA TU ROSTRO
Es fundamental la limpieza diaria de la piel, para ayudar a los poros a hacer su función de liberar de toxinas la epidermis. Pero cuidado, no frotes tu piel en exceso, ni te pases el día lavándote con jabón. Con dos veces al día será suficiente y te recomendamos que uses productos naturales y suaves, que no agredan tu piel, porque si no provocarías el efecto contrario. Usa por la mañana y por la noche nuestra REISHI MICELLAR CLEANSING, limpiarás y purificarás tu piel de una manera natural gracias al hidrolato de rosas ecológico que limpiará tus poros sin resecar, por lo que no provocará que tus glándulas generen más sebo.
3. USA MASCARILLAS
Una vez a la semana es bueno que esa limpieza sea más profunda. Para ello te recomendamos el uso de una mascarilla. Pero ojo, siempre de ingredientes naturales y asegurándote que son apropiados para tu piel. Para las pieles con tendencia acneica es ideal el carbón vegetal activado y el aceite de cáñamo. El primero absorbe impurezas y toxinas y además es seborregulador. El segundo tiene magnificas propiedades antibacterianas. Juntos son infalibles, por eso los hemos unido en nuestro bálsamo limpiador y exfoliante suave BLACK MOON.
3. HIDRATA TU PIEL CADA MAÑANA
Te aconsejamos que hidrates tu piel dos veces al día. Y no solo con crema hidratante. Utiliza previamente un serum especialmente formulado para equilibrar la secreción sebácea, contribuir a restaurar la microbiota de la piel y a evitar la deshidratación. Para ello, en Herbera hemos formulado 2 serum que puedes combinar entre sí. Te recomendamos el BIO SERUYM HYALURONIC CONCENTRATE OIL FREE para las mañanas y el BIO SERUM AZELAIC TREATMENT para usar por la noche.
Tras la absorción del serum, aplica nuestra CREMA HIDRATANTE HYDRA BALANCE THERAPY, hidrata sin dejar brillos, ayuda a regular el exceso de sebo gracias al aceite de jojoba que es un gran reequilibrante y conseguirás una acción antibacteriana gracias al comino negro y a la bardana.
5. HIDRÁTATE TAMBIÉN POR DENTRO
Una buena hidratación de la piel pasa inevitablemente por una hidratación óptima de tu organismo. En otras palabras, bebe mucha agua. El mínimo son 2 litros, pero si bebés más, mucho mejor. No sólo te lo agradecerá la piel de tu rostro, las digestiones, la función renal, tu cabello….también lo harán. El agua es vida, no lo olvides.
6. NO TOCAR
Como si estuvieras en un museo, la piel de la cara cuanto menos la toques mejor. La posible suciedad que podamos tener en nuestras manos pasaría a los poros del rostro y ya sabemos que la suciedad provoca infecciones y con ello, la aparición de granitos. El pelo también es mejor que se mantenga alejado del rostro todo lo que sea posible, porque también aporta grasa y toxinas.
7. FELICES SUEÑOS
¿No lo habías notado? Una mala noche y al día siguiente tu piel está mucho peor. La falta de sueño, provoca un aumento de las hormonas del estrés, que a su vez conlleva un aumento de la inflamación y una disminución de la protección natural de la piel. La falta de sueño despoja a tu organismo de la capacidad de autorregularse y aumenta la sensibilidad cutánea. Así que, ¡haz lo que esté en tu mano para dormir como un tronco!
¿Sabías que cada centímetro de nuestra piel contiene casi un millón de bacterias?
A este grupo de miles de especies diferentes de microorganismos, que colonizan no sólo nuestra piel, si no también nuestro interior, se le conoce como microbioma. Muchos de estos organismos microscópicos están con nosotros desde el nacimiento hasta la muerte e influyen en nuestro crecimiento y desarrollo.
Vamos a centrarnos en las bacterias presentes en nuestra piel. Estos microscópicos habitantes participan activamente en la doble función protectora de la piel, como barrera física y como barrera inmunológica. Sin embargo, el mal uso de antibióticos, las radiaciones ultravioletas, los lavados frecuentes y los cosméticos agresivos, pueden influir en la composición del microbioma y alterar el equilibrio natural de nuestra piel. Cuando esto ocurre, aparecen enfermedades inflamatorias, infecciones, alergias o enfermedades autoinmunes, como la psoriasis, el acné, la rosácea y la dermatitis atópica. Por ejemplo, en un cuadro de rosácea hay presencia de Demodex (ácaro) y Helicobacter pilori, en acné encontramos un aumento de Propionibacterium acne, y vemos también S.aureus en el 90% de las lesiones de Dermatitis atópica. Dicho de otra manera, cuando la barrera que forman nuestras bacterias amigas es agredida, es más fácil que proliferen otras más dañinas y a la vez, es más fácil que se escape el agua del interior, por lo tanto la piel reacciona, tiene menos capacidad de defensa y está más deshidratada, envejecida y vulnerable.
¿Qué podemos hacer para no romper ese equilibrio de la piel? Alimentar a esas bacterias (prebióticos) y enriquecerlas aportando bacterias nuevas (probióticos).
La Organización Mundial de la Salud define un probiótico como un microbio vivo que es beneficioso para los humanos.
Seguro que ya habías oído las bondades de los probióticos ingeridos por vía oral para restablecer la flora intestinal, pues bien, también tienen un uso tópico para restablecer la flora cutánea.
Los probióticos ayudan a mantener ese delicado equilibrio y por tanto ayudan a mejorar tanto la resistencia como la defensa de la piel. Son también hidratantes y acondicionadores, un arma excelente para mejorar la irritación, calmar y reparar la piel, que ayuda especialmente a las pieles agredidas o sensibles. Pero no sólo eso, al mejorar el ecosistema de la piel, mejora también su oxigenación, lo que aumentaría la producción de colágeno y elastina.
En Herbera, lo tuvimos claro desde el principio y desde nuestros inicios hemos usado probióticos y prebióticos en nuestros productos. Los podéis reconocer en nuestras etiquetas con el INCI: Lactobacillus Ferment, Lactobacillus, Cocos Nucifera Fruit Extract y Leuconostoc/Radish Root Ferment Filtrate. En el primero, partimos de un sustrato de coco y en el segundo de rábano, a estos sustratos se le añaden bacterias del género Lactobacillus para que tras un proceso de fermentación generen proteínas que funcionan como conservantes naturales, proporcionando una protección de amplio espectro frente a bacterias, levaduras y mohos. Su uso nos permite prescindir de otro tipo de conservantes, permitiéndonos fabricar un cosmético 100% natural y preservative free.
Ahora ya lo sabes: no sólo es importante mantener un equilibrio de la flora intestinal para prevenir enfermedades, también podemos cuidar nuestra piel con probióticos y prebióticos a través del uso de nuestros cosméticos.